Gustaba de la lluvia fina y débil y cómo acariciaba sus poros hambrientos; admirar el vapor que escapaba de su piel blanquecina tras un tibio baño con olor a vainilla; apostar a las carreras de gotas que trotaban como una exhalación hasta desaparecer en el bañado alféizar; dejarse caer sobre sus almohadones bien mullidos y mirar hacia el techo, tarareando melodías extrañas que surgían de entre sus cabellos. Sonreía por y ante todo. Era capaz de asombrarse por cada ocaso o por la rapidez con que la luz llegaba a su lámpara y alumbraba sus páginas.
Pero, como ya he dicho antes, su mayor pasatiempo era inventar historias, narrar fantasías y relatar cuentos de niños. Por la noche, se escondía bajo las mantas, con el aire invernal tropezando en su ventana, encendía su lamparilla de noche y escribía. Rehuía de escribir sus propios sentimientos, pensaba que carecían de utilidad o fascinación. Lo que no sabía Amaia es que, mientras ella vagabundeaba entre las calles de Valencia, alguien que ella desconocía por completo, escribiría su propia historia.
PD: Gracias, gracias y gracias a todos los que me seguís. Cada vez que me encuentro con alguien nuevo que ha tropezado con este blog y ha dejado su huellita... ¡Me alegra el día! Gracias (:
(Por cierto, esto... continuará)
alguien cuyo pasatiempo también era inventar historias, a que sí? :)
ResponderEliminarEsto va a seguir? Pinta bien!
ResponderEliminarMe gusta
ResponderEliminarMe encanto :)
ResponderEliminar*Te sigo
Ya estás en El Semillero. Gracias por tu interés en la propuesta.
ResponderEliminarDesde ya, sos bienvenida a pasarte y comentar sobre las reseñas cuando quieras.
Saludos.
lovely!
ResponderEliminar