domingo, 1 de mayo de 2011

Como un volcán latente

Era invierno. De los más fríos en años. Amaia había dejado atrás todos esos llantos, cumplidos sin sentido y caras derrotadas por el cansancio. Ni siquiera se había despedido, simplemente sintió que no podía soportarlo más. Esta vez, las lágrimas que se habían contenido en esas bolsas grisáceas bajo sus ojos soñolientos huyeron, calentando su mejilla sonrosada en su trayecto hasta llegar a la barbilla cuan barranco inevitable. Les prohibió terminantemente que salieran de sus ojos, incluso cuando vio cómo su padre y otros hombres más que no pudo reconocer, llevaban a hombros el ataúd de su abuela. Ese cuerpo inválido, desgastado tras tantos años de trabajo había dejado de latir. La furia que le corroía se concentró en sus puños, apretados hasta el punto de volverse morados. Su corazón parece gritar desconcertado a punto de erupción, como un volcán latente.

Sus zapatos toqueteaban la hierba de aquel cementerio, donde muchos otros cuerpos ya sin dueño descansaban, al fin. Quería, necesitaba salir de ese lugar tan desolador. Pero sus mejillas no paraban de mojarse. El camino parecía eterno. Las facciones de su abuela no paraban de recomponerse en su cabeza; pedazo por pedazo, arruga por arruga. Por más que intentó arrancarse esa idea de la cabeza, no pudo. Se sentía impotente. Nada de lo que ella pudiera hacer valdría para algo. Nada. Cuando estuvo fuera de la vista de sus padres, se arrinconó en un banco, bien atrapadas sus rodillas y explotó.

La voz de su abuela se coló entre los llantos que no parecían querer parar, narrando aquella historia que Amaia ya conocía de memoria: el cuento de la golondrina Martina. Aún con casi diecisiete años, le encantaba oírla una y otra vez, disfrutando con cada frase y esperando con impaciencia la siguiente. La golondrina Martina era, quizás, la más conocida porque lograba apartar las desesperanzas del mundo.

Por un segundo, Amaia sonrió y comenzó a nevar.

8 comentarios:

  1. Esos momentos son muy duros, pero los buenos recuerdos siempre son un buen motivo para sonreír.
    Preciosa entrada, me ha gustado mucho :)
    Un beso.

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  2. Muchísimas gracias por tu comentario, son esas cosas las que me dan ánimo para seguir publicando lo que escribo (ya que se que no voy a dejar de escribir, pero quizá si de enseñarlo).
    Un beso.

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  3. Muy bonita, tiene un toque de nostalgia que me deja buena sensación...

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  4. Perdón por escribir aquí otra vez, pero, ¿tienes algún correo para el blog o algo al que te pueda enviar una cosa que te he hecho?

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  5. 1. Te odio, llevas más libros leidos del desafío que yo JUM! jajaj

    2. Siento no haberme pasado por aqui antes :(
    3. Tu relato es de... una sensibilidad abrumadora y me he identificado, por que yo siempre rehuyo de esos lugares, me aparto y pienso. Nunca es fácil pasar por algo así.. pero siempre va a pasar, es la vida por mucho que no nos guste. Precioso, me ha encantado de verás :)

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  6. Hola! Acabo de ver la lista de libros que has leído y tenemos un montón en común!!!(Será una bobada, pero me ha hecho ilusión) Espero que la evolución de Calpurnia Tate te guste, a mi me ENCANTA!!! Y para mi el último libro de Moccia también ha sido una enoooooorme decepción!!!

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